
Los semáforos cumplen una función fundamental ya que están diseñados para gestionar el flujo del tráfico y garantizar que los conductores tengan la información visual necesaria para circular con seguridad al manejar, indicando cuando deben avanzar (luz verde), cuando deben reducir su velocidad (luz amarilla) y cuando detenerse por completo (luz roja).
La omisión de los semáforos en rojo provoca 800 muertes y 200.000 lesiones al año, y diariamente se producen más de 1.000 accidentes con heridos en intersecciones señalizadas, con peatones, pasajeros, otros automovilistas y ciclistas involucrados en dichos siniestros.
En varios casos, la causa de un accidente en un semáforo es debido a que los conductores intentan “ganarle al amarillo” y pueden llegar a calcular mal el momento antes de que el semáforo cambie de color, incluso manejando a exceso de velocidad, lo cual incrementa el riesgo de un percance. Hay que recordar que la luz ámbar es precautoria, y es señal para reducir la velocidad y detenerse por completo al llegar a la intersección donde se encuentre el semáforo.
Como conductor, es tu responsabilidad mantenerte alerta y practicar la conducción a la defensiva, prestando especial atención a tu alrededor, para reducir el riesgo de pasarse los semáforos en rojo. Así podrás anticipar peligros potenciales, reaccionar de manera adecuada y contribuir a un entorno de conducción más seguro, cuidando tu persona y a los demás.
Recuerda: Cuando te pasas un semáforo en rojo, no sólo te estás poniendo en peligro a ti mismo, también pones en riesgo la vida de otros. Mantente alerta. Sé responsable… ¡BÁJALE!
