El tricampeonato confirma la vocación de grandeza del América y su posición como el club más ganador de Concacaf, dice Emilio Azcárraga
Emilio Azcárraga Jean
Ciudad de México.- Soy orgullosamente americanista, lo soy desde que nací, así me lo inculcó mi padre, Emilio Azcárraga Milmo, un hombre visionario y ejemplo en muchas cosas. Él me enseñó el valor del trabajo, del respeto, de la amistad, de la solidaridad y de la constancia. Pero mi padre también me forjó con una mística con la que vivo siempre, con un orgullo, con una bandera, con una playera: la del América.
Soy águila y siempre he estado orgulloso de ello. Pasé mi niñez en Coapa, he convivido con los más grandes, con Reinoso, con Borja, con Panchito, con José Antonio Roca, con el ‘Lobo Solitario’. Me emocioné hasta las lágrimas con los goles que significaron triunfos y títulos como los de nuestro capitán Alfredo Tena, Brailovsky, Zague, Hermosillo y la contención de Cristóbal Ortega.
Parece que fue ayer cuando festejé, como uno más, la atajada que Zelada le hizo en un penal a Eduardo Cisneros en aquella memorable final de clásico frente a las Chivas.Tengo presentes, como si fueran de hoy, los goles de Cuauhtémoc Blanco en finales, los del ‘Piojo’ López y el gol de oro del ‘Misionero’ Castillo que significó el título frente a ese histórico Necaxa.