
La presidenta del máximo tribunal del país asegura que no fue un fracaso no poder frenar la reforma; el 31 de agosto abandonará el cargo
Aldo Canedo / El Sol de México
“Trabajé cada día por defender las garantías que exige una judicatura independiente. No tengo cargo de consciencia, no traicioné mis principios”, afirma Norma Piña Hernández, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien hoy presenta su informe de labores tras un año como la primera mujer al frente del máximo tribunal del país.
La ministra cuenta a El Sol de México que no considera un fracaso que no pudiera frenar la Reforma Judicial y que aún está definiendo su futuro después del 31 de agosto, fecha en que abandona el cargo tras la reforma aprobada por la Cuatroté.
¿Cuál fue el mayor reto político que enfrentó como la primera mujer presidenta de la Suprema Corte? ¿Y cuál considera su mayor fracaso?
Ser la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sido para mí un gran honor y también implica una gran responsabilidad. Por el momento político que me tocó vivir, considero que proteger la independencia judicial, como elemento esencial de nuestra democracia constitucional, fue un gran desafío en mi administración. Trabajé cada día por defender las garantías que exige una judicatura independiente. No tengo cargo de consciencia, no traicioné mis principios y, consecuentemente, no me traicioné a mi misma.
Haciendo un balance, considero que en donde quizá pudimos haber hecho más siempre será en resolver un mayor número de casos que llegan a este Alto Tribunal, pero el análisis de cada uno de estos, como usted sabe, toma su tiempo y dedicación, porque son procesos complejos que requieren de un alto grado de especialización.
