
CAMARGO.- La ciudad amaneció con una noticia que ha consternado a la comunidad. La madrugada del domingo 23 de marzo, dos hechos trágicos dejaron en evidencia la imprudencia que persiste en las calles y el alto costo de la falta de conciencia vial.
Eran las 2:35 de la mañana cuando la calma de la noche se rompió con el estruendo de un impacto. En la avenida González Ortega, a la altura de la calle Juan de Dios Peza, una camioneta Durango 2011 ignoró la luz roja del semáforo. Su conductor, un joven de 25 años, avanzó sin freno hacia el centro de la ciudad. En su camino, un Sentra 2006, recibió el golpe con toda la violencia de la velocidad. Al volante del auto estaba José Carmen Muñoz Martínez, un adulto mayor de 79 años que no tuvo oportunidad de reaccionar. Su vida se apagó ahí, mientras paramédicos de Cruz Roja ya no pudieron ayudarlo y confirmaron su fallecimiento.
Los agentes de la Dirección de Vialidad y la Policía Municipal acordonaron la escena y por supuesto hicieron acto de presencia peritos de la Agencia Estatal de Investigación. La tragedia ya era enorme, pero la madrugada aún reservaba otro golpe.
Minutos después del choque, dos jóvenes que presenciaron el accidente decidieron actuar con responsabilidad. Se bajaron de su vehículo y ofrecieron su testimonio a las autoridades. Su deber cívico estaba cumplido. Pero cuando intentaban cruzar la avenida, a las 3:09 de la mañana, la tragedia volvió a sacudir a ciudad Camargo.
Un vehículo, un Altima 2003 blanco sin placas, irrumpió en la escena. Otra luz roja ignorada. Otra aceleración descontrolada. Las jóvenes esperaron el semáforo y cruzaron en el paso peatonal, como dicta la ley. Una de ellas logró esquivar el auto. La otra, Ariadna Jocelyn Gómez Soto, de solo 19 años, no tuvo la misma suerte. El impacto fue brutal, su cuerpo quedó tendido sobre el pavimento. Ahí, ante los ojos atónitos de los paramédicos que minutos antes atendían otro desastre, se confirmó lo inevitable: había muerto en el acto.
El conductor del Altima huyó. Vialidad encontró el auto, pero el responsable aún es buscado. La indignación en la ciudad crece.
Dos luces rojas ignoradas. Dos vidas arrebatadas en menos de una hora. No es solo un accidente. Es el reflejo de una cultura de irresponsabilidad, de una indiferencia peligrosa y un llamado ignorado, luego de las acciones de prevención que han trabajado las autoridades. José Carmen y Ariadna Jocelyn. En Paz Descansen.